Desde pequeños
debemos aprender a tomar decisiones en la vida, ¿obedecer o no obedecer lo que
mis padres dicen?, esta y muchas otras fueron las primeras decisiones que
tomamos en la vida, y a pesar que nuestros padres pudieron ser personas que nos
enseñaron a tomar decisiones con respecto a lo bueno, honesto, recto y que nos
lleve al éxito, somos nosotros mismos los que decidimos con base a que específicamente
tomaremos nuestras decisiones a lo largo de la vida.
Nuestras decisiones dan forma a nuestra vida. Que las tomemos consciente o inconscientemente con buenas o con malas consecuencias, ellas representan el instrumento fundamental que empleamos para hacer frente a las oportunidades, los retos y las incertidumbres de la vida. (Hammond, Keeney y Raiffa, 2004). No siempre tomamos las decisiones de forma consciente sin embargo siempre tendrán consecuencias sean buenas o malas, de éxito o de fracaso, lo ideal es aprender a elegir correctamente, ver lo que me lleva a algo productivo y edificante para mi vida, lo que me lleva a la felicidad y plenitud, esto es lo que buscamos para nuestra vida.
No existe una fórmula que haga que nuestras decisiones
sean siempre certeras, o maravillosas, pero mis decisiones son y serán tomadas
de acuerdo a valores, a integridad, una visión a futuro próspero, incluyendo mi familia, mi progreso, y tomando muy en cuenta las consecuencias
positivas y negativas por causa de mis decisiones.
Construir
caminos innovadores que tomen en cuenta las nuevas circunstancias nos ayudará a
desarrollar un proyecto de vida satisfactorio, al reajustar metas y sacar el
mayor provecho de las circunstancias adversas al proyecto de vida inicialmente
planeado (Ulate, 2006). Las decisiones que tomamos deben
prioritariamente buscar corregir el curso de nuestro camino para llevarnos por
la senda adecuada en la que encontraremos equidad.
Tomando en cuenta lo
anteriormente mencionado, los resultados de buscar decidir de acuerdo a lo que
me llevara a bien me ha traído como resultado paz genuina.